miércoles, 2 de noviembre de 2011

Probador.

Reciprocidad es lo único que exijo de un cliente.

Tal vez sea pedir demasiado, pero es con lo que cuento para disfrutar de mi trabajo, como así también, que me paguen.

Tengo algunos clientes que hacen el "muertito" y es un embole, tengo otros que son demasiado recíprocos y me embolo yo.

Reciprocidad, esa es la clave.

Abril, cliente, la misma cantinela de siempre, de todos los días, por rutinas, varias.

Shopping, necesito nuevos juguetes, lencería, ropa, zapatos, etc.

Junto fuerzas, salgo de mi casa, camino mirando vidrieras, luzco, reproduzco, juego conmigo en un vestidor y se acerca.

Se acercan ojos celestes, rodete, alto, espalda, con un talle menos (un tapado DI VI NO). Todas las cartas a que el niño era gay, TODAS, debajo del tapado estoy en ropa interior porque me estaba probando otra ropa y me la había sacado.

Al creer que el niño era gay me saco el tapado adelante de él, sin pudor, para probarme el de talle mas chico y ahí me doy cuenta, por sus miradas, que no sólo NO era GAY sino que me deseaba tanto como yo a él.

Lo invito al probador con mirada picarona, me dice que puede tener problemas, le digo que soy silenciosa, sonrie, sólo placer, sólo eso. No iba a cobrar por ello y más aventura me parecía, prohibido, aventura, nene lindo sin querer estaba haciendo lo que mas me gustaba, provocar pero además estaba siendo provocada.

Entra, me pongo contra la pared, me levanta, lo beso, me besa, empezamos a juguetear, silenciosamente en un cubículo de menos de un metro cuadrado, tratando de que nadie se diera cuenta, cuidando eso y sólo sintiendo placer.

Veo que sólo el quiere de mí lo que yo de él. SEXO.


Comienza a darme besos al cuello, lugar sensible, tanto así como para darme escalofríos por todo el cuerpo.

Quiero chupar, pero el ruido no me lo permite, quiero envenenarme de él, resisto, resiste.

Me coge, no me deja cogerlo, esa manera de "tener el control" en un hombre me calienta mas de lo pensado.

Me pone con las manos en una de las pareces del probador, casi en cuatro siento como entra, vuelve, me acaricia la espalda y siento su aliento acalorado en mi nuca, mientras dice que nunca hizo eso.

Intento no gemir, casi no puedo, el placer es tan fuerte que no siento mas que eso, siento que entra, que me toca para que acabe, que sus dedos calientan mi ser, mi parte mas sensible, mi vida, mi pasión.

Mientras me toca siento como me lleno de placer, queriéndome escapar para poder gritar, gemir, sentir y a la vez queriendo no hacer el mínimo ruido.

Él está atrás mío intentando, tanto como yo, no ser descubierto, que nadie se de cuenta que falta, y a la vez disfrutando de eso que tiene prohibido.

Nunca me había sucedido, las ganas de coger son mas fuertes que cualquier otra pasión.

Tener ese momento de lucidez y darme cuenta que, sin dinero de por medio, puedo hacer felíz a un hombre y él puede hacerlo conmigo.

Está mas que claro , compré mucho mas de lo que hubiese querido, salí con una sonrisa interminable y un número de teléfono para cuando esté aburrida.

2 comentarios:

  1. Negarlo su autora es bien necio. Este y otros relatos del blog carecerían de evidencia si no fueran autobiográficos. Sin duda, la autora transmite sus experiencias. Cómo describe de fiel, por ejemplo, eso de mamar la pija, arte en lo cual parece perfectamente ducha. De veras, leyendo estas líneas, dura, ¡muy dura!, se me pone la verga. Y, de veras, sinceramente, quiero estar en la mismísima entraña de la boca, abierta así, como suelen abrirla los cocodrilos, para una chupada eterna. Si te animás, bien podés escribirme. ¿Vale? Besos.

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